Deportes de El Cubo de Don Sancho

2ª Ruta de Senderismo por los Parajes del Cubo


A pesar de que el día apareció con una fría y espesa niebla, el grupo se puso en marcha a las diez de la mañana, firme y puntualmente.

 

 
Con paso decidido y ágil, cubrimos los cinco primeros kilómetros de distancia, que existen entre la plaza del Cubo y la “Peña El Sombrero”, la cual, a pesar del cansancio del primer tramo, fue encumbrada por alguno de los senderista más ágiles. 
Mientras que unos se subían a la tozuda roca, otros se entretenían en sacar grillos de las huras a base de inyectarle nitrato amónico por el orificio de entrada.
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Desde allí y por el sendero que baja paralelo al regato de “Los Morales”, nos dirigimos al “Molino Oblea”. Debido a la espesa niebla, lo abrupto del terreno granítico y la poca experiencia de nuestro guía, (José, el Alguacil), perdimos el sendero, caminando  sin rumbo durante más de una hora.

            

Todavía seguíamos perdidos entre las peñas del Vaqueril.             Pedro, el más fuerte de grupo, ante tanta desesperación por el retraso que estábamos acumulando y no poder llegar a la hora de misa, se enfureció y comenzó a retirar las rocas del camino para que no tuviéramos que rodear y ganar el tiempo perdido.

Gracias a Pedro y su enorme fuerza, tras haber movido 32 piedras como las de la foto anterior, y aun de superior tonelaje, con su correspondiente volumen, pudimos acercarnos al ansiado “Molino Oblea”. Tomamos la dirección de la corriente del Río Oblea, encontrándonos a unos 300 m. el caozo de la nutria. No pudimos resistir la tentación ante tanta belleza natural de darnos un baño pese al frío.  (En la foto no se nos ve, porque estábamos buceando). (A Pedro ya no le importaba el no llegar a misa).

Pasamos por “La peña de Los Pescadores” que se encuentra en la desembocadura del río Oblea en el Huebra. (Pedro, dijo que esa peña era mejor rodearla, tomando la decisión de no moverla. No es porque no pudiera moverla, pues le habíamos visto mover piedras mayores por el camino, sino porque sencillamente no entorpecía el sendero). (“Le habría importado poco, moverla por moverla”). Siguiendo la corriente del río Huebra, por un sendero paralelo a la mismo, dejamos las rocas atrás, tomando de nuevo la dirección y orientación del grupo, José (El Jipiese).
Llegamos al lugar de “La Gravera Vieja”, que acogimos con gran alegría, al ser un punto del camino que todos conocíamos y desde el cual nos podíamos orientar con exactitud, sin la necesidad de guiarnos por el “JIPIESE” y sus errores de navegación.    (Aquí no finaliza la ruta, pero el reportaje si, porque se acabó el carrete).

Emi 23-01-05

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